La importancia de las palabras.

En una sociedad democrática es muy importante que las palabras de su máximo dirigente lleguen con claridad a la sociedad, pues al menos da la sensación de control sobre sus actos, de firme escrutinio en pos de futuras contiendas electorales en las que juzgar su trabajo, a falta de referendos revocatorios.

Ayer, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, hemos tenido una de esas raras ocasiones en las que la voz del presidente Mariano Rajoy llegado hasta nuestros oídos. Y, lejos de aclararnos algo, nos vemos en la obligación de tener que traducirle.

Tras pedirle Rubalcaba que “rectifique su política económica” pues, si no la hace, “no se creará en toda la legislatura un solo empleo”, Rajoy afirmó “no la voy a rectificar. No puedo hacer una política económica como la que se hizo en España en los últimos años [en clara alusión a Zapatero], la que nos trajo hasta aquí. Creo que ha producido efectos importantes [refiriéndose a su propia política económica], efectos de reducción de déficit, mejor percepción de las instituciones y mercados internacionales, hoy la balanza de pagos está en equilibrio, y esto es básico, y el sector financiero se está reestructurando”, finalizando su intervención reafirmándose en la creencia de que el mantenimiento de su política económica acabará por repercutir positivamente en la economía real.

Además, interpelado por Joan Coscubiela, portavoz de ICV-IUeA, sobre la ILP contra los desahucios, Rajoy afirmó que la dación en pago “podría dañar sin remedio la garantía hipotecaria e impedir el acceso futuro a todas las familias españolas a los préstamos hipotecarios”.

A partir de aquí, deberíamos preguntarnos varias cosas. En primer lugar, ¿a cuál de las dos políticas económicas de Zapatero se refiere? ¿A la anterior o a la posterior de mayo de 2010? Porque la posterior es la misma que la suya.

Sobre la reducción del déficit ya se sabe que el 6´7% anunciado por él es totalmente ficticio, pues en ese dato no están contadas las ayudas a la banca, ni las devoluciones que se aplazaron hasta enero de 2013, para que no computaran en el dato de 2012. Sumado todo, la cifra real de déficit alcanza fácilmente el 11%. ¿Dónde está entonces la reducción?

En lo que a la balanza de pagos se refiere es cierto, se ha equilibrado, pero no tanto por algo positivo, como es el aumento de las exportaciones, sino más bien por algo negativo, como es el descenso de las importaciones, derivado de la caída de la demanda interna. ¿Es algo de lo que debamos presumir?

Algo parecido ocurre con su alusión en un sentido positivo a la reestructuración del sistema financiero. Efectivamente, se está reestructurando, pero es bien sencillo restructurarse cuando tus fallos y pérdidas las asume el sector público, tanto con el famoso banco malo, como a través de las abundantes ayudas entregadas.

Finalmente, Rajoy no tiene prueba alguna sobre la supuesta afectación que el establecimiento de la dación en pago provocaría en el mercado hipotecario. Y no solo eso. Hoy, un día después de que nuestro Presidente pronunciara esas palabras, el Tribunal Superior de Justicia Europeo ha declarado a la ley hipotecaria española abusiva, contraria a la legislación europea, y desequilibrada a favor del acreedor. ¿Qué intereses defiende el gobierno español para decir lo que dijo ayer?

Las palabras son importantes, y es muy triste que las palabras de nuestro Presidente del Gobierno nos lleguen tan poco y, sobre eso, siempre tengamos que traducirlas o enmendarlas.


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